La única renovación que ha tenido el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sido discursiva, con los dirigentes de siempre, se mantuvo competitivo en los procesos electorales gracias a las estructuras en las entidades federativas, pero sus gobiernos alejados de la ciudadanía generaron una profunda crisis de credibilidad que no se subsanará con cambiar el género del dirigente, o renovar el discurso, mientras pertenezca a las mismas camarillas.
La dirigente nacional interina del PRI, Carolina Monroy del Mazo, blande por todo el país un discurso de “renovación” partidista, cuando hace menos de un año, en fórmula con Manlio Fabio Beltrones Rivera buscaba –y logró junto con el sonorense- llegar a la dirigencia tricolor, hablaba también de un nuevo PRI; recordemos incluso que, cuando su partido perdió las elecciones presidenciales del año 2000, también hablaron de renovación institucional; Y entonces resulta que los priístas van de renovación en renovación, pero los actores son los mismos, las acciones que realizan no se diferencian en el tiempo, las “formas” de gobernar son bastante características. Insisto, sólo cambia el discurso y hasta ese es ya repetitivo.
Ahora bien, ha trascendido que la dirigente tricolor “desea” que una mujer dirija al PRI en Quintana Roo, después de la más severa derrota electoral que ese partido haya tenido en la historia local, y cuando la clase política se ha caracterizado más por las competencias de “suma cero” entre los diferentes grupos, es decir, el que gana se queda con todo, y el derrotado no obtiene nada; preocupados siempre en amasar fortunas, pero no en formar nuevas generaciones políticas; y las mujeres metidas a la actividad política se encuentran aún en peor condición.
Recuérdese que a finales de 2015 fue la misma Monroy del Mazo quien se manifestó en contra de la reforma electoral que estaba por aprobar el Congreso quintanarroense, y que no contemplaba la paridad “horizontal” para el caso de las mujeres, lo que las colocaba en desventaja para competir por cargos de elección popular. La entonces secretaria del PRI hizo fuertes pronunciamientos en contra de los diputados locales, cuando en la XIV Legislatura había mujeres diputadas que no se atrevieron a decir “esta boca es mía”, ¿alguna de ellas tendrá la capacidad de dirigir a un partido en desgracia? ¿alguna se atreverá a levantar la mano, luego de la lección recibida por su ahora dirigente nacional?
No, el PRI necesita nuevos bríos, pero no los mostrados desde el poder, o ¿alguien ha olvidado que el presidente Enrique Peña Nieto, cuando era apenas candidato, señaló a los gobernadores de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo, como la “nueva generación” que daría modernidad al tricolor? Véase como concluyen sus gestiones. Ni cambio de género ni renovación discursiva, modificación a fondo y por el bien de ellos mismos; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.